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Álvaro Vargas Llosa: Humala entendió que su plan no es aplicable

Publicado: 2011-04-25

El periodista y politólogo Álvaro Vargas Llosa, en una entrevista a Diario 16, solicitó al ex presidente Alejandro Toledo asumir un liderazgo que exija al candidato de Gana Perú, Ollanta Humala, garantías en la gobernabilidad del país. También cuestionó la candidatura de Keiko Fujimori, líder de Fuerza 2011 y advirtió lo nefasto que sería para el país un triunfo del fujimorismo. Señaló que votará por el líder nacionalista ante la certeza de que con Keiko Fujimori volverán las personas que destruyeron la democracia. La entrevista a continuación:

¿Cómo ve la situación en el Perú de cara a la segunda vuelta?

Ninguno de la familia votó por estos candidatos, pero vimos meses antes de la primera vuelta lo que lamentablemente ocurrió: la posibilidad de que las candidaturas que representaban, un poquito más a la izquierda o a la derecha, la continuidad o profundización del modelo, quedaran excluidas por el error histórico de no haber entendido que lo que tenían en común era más importante de que lo que los divide. El empecinamiento de ellos no permitió un acercamiento y estamos en la disyuntiva en la que estamos.

Su padre, Mario Vargas Llosa, ya dijo que votará por Ollanta Humala. ¿Optará por lo mismo?

Ya había tomado la decisión de votar por Humala antes de la primera vuelta, si él pasaba con Keiko Fujimori; tenía bastante claro por qué. Mi padre todavía no, pero en este momento estamos en la misma posición. Entendido de que no es la candidatura por la que voté y no es, además, la que representa lo que yo soy: un liberal convencido. Pero en todo caso es la disyuntiva en la que el pueblo ha puesto al país y no podemos jugar al avestruz.

Hasta hace poco usted tenía una posición más expectante respecto de Humala y del consenso que debía generar. ¿Ya lo ve en ese camino?

No podemos dar un cheque en blanco. Lo que le cuento es una decisión íntima y personal, y veo desde hace algunas semanas que hay un genuino esfuerzo de Humala por aprender dos lecciones: una, la lección del pueblo, de que si bien casi un tercio se siente representado por él, dos tercios no lo están, y por lo menos la mitad del país entiende que la libertad política y económica que trae buenos resultados se debe mantener, y que no es que no deba profundizarse. Humala entendió que su plan original no es aplicable y que se debe modificar.

¿Y cuál es la segunda lección?

Tengo la sensación de que ha empezado a entender, quizá gracias a la asesoría externa que a mí no me escandaliza, porque si lo que tiene es asesoría brasileña confirma la esperanza de que siga más el modelo brasileño que el venezolano; está entendiendo que hay cuatro o cinco modelos de democracia de izquierda en América Latina, de tendencia más bien liberal, que le pueden servir mucho mejor que los modelos originales en los que se había inspirado.

Humala ha presentado a un grupo de profesionales con los que espera revisar su controvertido plan de gobierno. ¿Cómo ve esta inclusión?

Es lo que habíamos pedido: gestos, nombres, que nos convenza. Si hay un esfuerzo de moderación, de apertura, ¿por qué tirarle la puerta en la cara? En la medida de que dé gestos que lo vayan moviendo hacia la sensatez, tenemos que reciprocar. Ojalá se sumen más personas y de ahí salga un compromiso más fehaciente de que no va a estatizar empresas, que conducirá la política de asistencia social dentro de la responsabilidad fiscal y, por supuesto, que respetará escrupulosamente la Constitución bajo la cual va a ser elegido.

La duda siempre estará. ¿Basta con presentar profesionales de respaldo, o debería presentar parte de su gabinete antes del 5 de junio?

Idealmente sí, pero sería acusado de mostrarse triunfador antes de ganar y ese gabinete llegaría al 28 de julio destruido por la fiscalización pública. Pero si sigue sumando nombres y dando muestra de que esa gente está cerca de él y que no es una mera estratagema electoral, pues va a ir desmontando el edificio de desconfianza. Entiendo que Alejandro Toledo esté incómodo; a ningún líder político le gusta que sus colaboradores emigren, pero si alguien puede dar las garantías de que Humala no va a desbordar el marco de la sensatez política y económica es él, porque su bancada le dará la mayoría.

¿Cree que Toledo debería ahora asumir un liderazgo?

Me gustaría que fuera así; al país le daría mucha tranquilidad. Entiendo que es difícil, desde el punto de vista político, de que tiene que cuidar votos, a sus colaboradores, pero nada de eso debe pesar más que el país. Si Toledo es quien mañana le da al país la gobernabilidad, quien ciñe al gobierno de Humala dentro de los límites razonables, el país le estará inmensamente agradecido. Y no veo por qué no pueda cosechar los frutos en el futuro.

Pero Toledo tiene un problema: la discrepancia entre los dirigentes de su partido.

Cualquier fuerza política que sufre una derrota vive tensiones; es lógico, incluso saludable. Pero hay momentos en la historia en que los estadistas tienen que ser estadistas. Toledo no es líder del Perú Posible, es uno de los pocos ciudadanos que está en condiciones de darle al país las garantías de que Humala pueda conducirse dentro del modelo de izquierda moderada o liberal. Toledo tiene una tremenda responsabilidad porque si no, ¿quién va a dar gobernabilidad? Él debe estar a la altura de la responsabilidad histórica.

¿Qué papel deberían asumir los otros que no ganaron, Luis Castañeda, Pedro Pablo Kuczynski o incluso Lourdes Flores?

Su primera responsabilidad es no sumarse a un proyecto que legitime la dictadura de los 90. No quiero ver al PPC, cuya líder Lourdes Flores luchó por la democracia, sumándose a una fuerza que representa al golpe de Estado, la violaron los DDHH, la persecución a opositores y periodistas y la mayor corrupción. Diré lo mismo de Castañeda, con quien luché en las calles; entonces no lo vi a PPK, se le echó de menos. Lo segundo es ver qué le conviene más al país, una situación de indefinición en la que el miedo es la fuerza predominante o ir construyendo una suerte de gran concertación que le dé a ciertas políticas y a este modelo el consenso que aún no tiene.

Keiko ha dicho que deslindó de la dictadura de su padre, pero hay miembros de aquel gobierno en su actual equipo. ¿Qué tanto se ha desligado del gobierno de su padre?

Yo iría más allá. Esta campaña ha sido coordinada desde la cárcel dorada de Fujimori. Solo la forma en que se elaboró la lista al Congreso da fe de ello, con gente que la señora Fujimori no se sintió cómoda. En la primera vuelta no me parece que haya dado signos de independencia. Ella nos ha confirmado hasta qué punto el cordón umbilical lleva hasta Fujimori. Imagínese lo que será cuando tengan todo el poder y estén en condiciones de cumplir la amenaza que le han lanzado, por ejemplo, al presidente del Poder Judicial. Hace años ella dijo que no le temblará la mano para liberar a su padre si es gobierno, pero en la campaña ha jurado que no lo indultará. ¿Le creemos a la candidata? Es justo reconocerle a ella un par de virtudes: la de haber resistido con cierto valor la tempestad cuando le tocó vivir eso a la caída del régimen de su padre, y el derecho como hija a sentir amor y lealtad a su padre. Pero sí tengo claro que fue colaboradora cercana de él y hoy está rodeada de gente que colaboró con ese régimen, incluido la persona que le lleva su plan de gobierno y está en la segunda vicepresidencia (Jaime Yoshiyama) y que respaldó el golpe, y su primer vicepresidente (Rafael Rey), quien pidió la amnistía para el Grupo Colina. ¿Cuál es la evidencia de que representa algo distinto? No hay ninguna.

Pero hay quienes dicen que ni Humala será tan radical como quisiera, porque no lo dejarán, ni Keiko cometerá los errores atroces de su padre, porque la calle se levantaría. ¿En qué radica entonces la diferencia?

Vamos a suponer que en los dos casos nuestros temores son exagerados; hay una diferencia en llevar al poder a quienes destruyeron la democracia. En los dos siglos de vida republicana, una de las razones por las que no tuvimos sociedades justas es que siempre reinó la impunidad; no fuimos capaces de hacer pagar a quienes dieron golpes de Estado. Si poco tiempo después de la dictadura de Fujimori, llevamos al poder a la misma gente, vamos a perseverar en el más grande error histórico y enviar la señal de que en el Perú se puede violentar la ley llegando al gobierno democráticamente y no sufrir consecuencias duraderas por ello.

Por ello optaría por la duda antes que por la perseverancia en el error.

Si tenemos que aceptar que alguna de los dos va a gobernar, prefiero escoger a quien no representa una dictadura ya ocurrida, sino una dictadura potencial que estamos en condiciones de prevenir.

Hay responsabilidad en los candidatos demócratas que no se unieron, como dijo. Pero, ¿qué responsabilidad tiene el presidente Alan García?

Lamentablemente él no puede con su genio; hubiera preferido verlo más respetuoso del día a día de la campaña, interviniendo menos, porque sus intervenciones no ayudaron a generar un buen clima entre esas tres candidaturas que representan el modelo. Ha hecho un buen gobierno, pero hubiera querido ver una conducta distinta. Ahora, en la segunda vuelta, me gustaría verlo conduciéndose de una forma comparable con las democracias más avanzadas del mundo.

Algunos analistas lo ven más cercano a Fujimori.

Hay gente cerca de él que siente que Fujimori le conviene más en la medida de que como ha sido generoso con ese grupo, puede haber ánimo de reciprocidad y dar mayores garantías ante eventuales actos de hostilidad. Pero es un gran error. García no corre el menor peligro y nadie piensa que terminará exiliado, perseguido o en la cárcel. Ahora hay instituciones que no había cuando fue perseguido por Fujimori; él no necesita jugársela por Keiko para sentirse protegido. Tanto por aspectos constitucionales, éticos, como por cálculo político, le rogaría la más absoluta neutralidad.

Usted promovió un voto en blanco en el 2001. ¿Es el voto en blanco o viciado una opción ahora?

Yo aprendí muchas cosas en esa campaña. El voto en blanco es éticamente muy respetable, pero es un voto en cierta forma inútil, porque ayuda a quien gane la elección. No sé quién gane, pero si gana la persona equivocada, el voto en blanco habrá ayudado a esa persona y no es un riesgo que voy a correr. Es un error votar en blanco.

¿Habla con Jaime Bayly? ¿Qué piensa de que él haya expresado su voto por Keiko?

No hablo con él creo en muchos años. Pero lo que está en juego ahora es muy importante como para aburrir a los lectores con una discusión menor de unos que sienten necesidad de expresar su respaldo a alguien.


Escrito por

David Valdez E.

Redactor de LaMula.pe


Publicado en

DaV

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